Mi obsesión musical adolescente: El disco blanco de los Beatles

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Os seré sincero viejun@s: hoy no me apetecía demasiado escribir. Llevo unos cuantos días repasando mis listas de posibles temas sobre los que desarrollar un post en este vuestro mejor blog de memorabilia viejuna del mundo mundial y a pesar de que hay ítems en esas listas que son bueno, muy buenos e incluso excelentes, por alguna extraña razón no me inspiraban como otrora lo habían hecho temáticas tan dispares como juguetes, videojuegos, canciones infantiles, películas, series… Le he estado dando muchas vueltas al coco y durante unos breves momentos el diablillo que se enfrenta normalmente con el angel que vive en mi cabeza me ha intentado convencer para que hiciese búsquedas en google sobre posibles artículos, pero ya os digo, ha sido un instante solamente. Han sido decenas de posts, miles de palabras y cientos de recuerdos expresados con ellas como para rebajarme a tal nivel, porque a pesar de haber ido a E.G.B. después cursé F.P. y llegué a ir a la universidad y a titularme en una carrera, cosa que para lo cazurro que soy es todo un logro del copón. Así que lo de copiar al del pupitre de al lado, o lo que es lo mismo, los posts que han escrito otros, no es algo que tenga intención de rebajarme a hacer.

Me había planteado escribir una segunda parte del post favorito de mi socio Alex escrito por un servidor: «Cosas que me gustaban de noviembre«, pero es que el verano no me gusta demasiado, así que os habría engañado a vosotros, a él y a mi mismo. Podría haber hecho lo contrario, un post que se titulase «Cosas que no me gustaban del verano» pero puffff…. si son cosas que no me gustan, ¿para qué iba a escribir sobre ellas y malgastar mi precioso tiempo?

Me he sentido deprimido.

Así que cuando estaba a punto de tirar la toalla, a rendirme, a declararme perdedor ante mí mismo, en definitiva, a claudicar en mi intento de hilvanar algunas frases con un mínimo sentido he hecho algo que llevo haciendo años y años cuando no me siento demasiado bien: me he puesto de fondo el disco blanco de los Beatles. Y como siempre me he empezado a sentir mejor. Así que he decidido que a partir de este punto del texto os voy a hablar del disco que más escuché durante mi adolescencia. El disco que me obsesionó, me acompañó y, de alguna manera, el disco que me convirtió en lo que soy hoy en día (nada espectacular, pero algo mejor de lo que hubiese sido si no fuese por él)

Ya había escuchado a los Beatles a escondidas de mis amigos punkies con los que había ido a ver a «La Polla Records«. Para ellos a los 4 de Liverpool sólo los escuchaban nenazas, hippies y mierdas por el estilo. Así eran mis colegas. Por mi tocadiscos habían pasado los primeros LP’s y los grandes singles. Que si «She Loves You», que si «Help», etc etc etc… Escuché muchas canciones pero nunca me consideré ni un fan ni un experto en ellos. Pero todo esto estaba a punto de cambiar.

Por aquel entonces en el Paseo de Gracia de Barcelona existía una de las tiendas más recordadas y añoradas de principios de los años 90: la Virgin Mega Store. De visita obligada para todo alumno campanero de FP (hacer campana = hacer peyas) recuerdo que un día estaba en la sección de discos y, vete tu a saber por qué, tenía en el bolsillo la increíble cantidad de 6.000 pesetas y en una mano el disco blanco en su edición CD. Me habían hablado de él, me habían dicho que era raro, que había partes muy chulas y otras un puro rollo. Valía 5.500 pelas. No os engañaré, hasta que me decidí pasaron bien bien dos horas. Momentos de «me lo compro». Momentos de «lo dejo donde estaba y me voy a casa a jugar con la Gameboy«. Momentos de «si es tan caro ha de ser la hostia» Y así iban pasando los minutos. Al final como podéis imaginar me lo compré, y no os engañaré diciendoos que en aquel momento mi vida cambió.

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No os relataré las incontables reproducciones de los dos discos. No os explicaré hasta que punto me obsesioné por aprender de memoria las letras de las canciones. No os agobiaré relatando cuánto me gustaban las fotos que acompañaban el libreto interno. Así que intentaré analizar los porqués de mi enfermedad hacia este disco repasando las canciones que lo componen (no pongáis esa cara de miedo que seré breve) y intentado resumir algunos aspectos que para mí son claves para entenderlo.

Un par de apuntes históricos previos. El grupo quería que el disco saliese a la venta sin nada escrito y con la portada totalmente blanca. Finalmente la compañía de discos no lo permitió ya que lo veían una operación de marketing demasiado arriesgada incluso para los Beatles. El disco de hecho se llama «The Beatles» pero ha pasado a la historia con el nombre popular de «The White Album», o lo que es lo mismo: «El disco blanco». Siempre se dice que es el trabajo que marca el principio del fin del grupo inglés, que está lleno de individualidades y que en ese punto nada tenían que ver con la banda de rock que había maravillado al personal tanto en Hamburgo como en Liverpool. De hecho en la mayoría de las sesiones de grabación iba el compositor de la canción y una serie de músicos invitados (a parte Ringo siempre corría por ahí). Pues bien, qué queréis que os diga, benditas individualidades.

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  • «Back In the U.S.S.R.»: Los Beatles son una banda de rock y esto es puro rock’n’roll y actitud roquera. El avión que despega ya nos da pistas sobre que vamos a volar hacia un lugar increíble.
  • «Dear Prudence»: Cuando los Beatles estaban de retiro espiritual en la India Lenon compuso este tema para animar a la hermana de Mia Farrow, Prudence, a que saliese de la habitación donde se había recluido meditando. Esta canción me da siempre un buen rollo de día soleado.
  • «Glass Onion»: Todo un regalo de Lennon para los fans más acérrimos de la banda ya que está llena de referencias a tiempos pasados y contiene la críptica frase «The walrus was Paul» (esto solo tiene gracia para los muy iniciados en los Beatles, a los que recomiendo encarecidamente el libro «La morsa era Ringo»).
  • «Ob-La-Di, Ob-La-Da» ¿Quién no ha tatareado el estribillo? La parte más «marching band» de McCartney tenía que salir por algún sitio y este tema es un claro ejemplo.
  • «Wild Honey Pie» Demostración de algo muy importante: si te llamas Paul McCartney y eres un Beatle puedes hacer lo que te salga de la p&%$a y meterlo en un disco y se convertirá en algo mítico, venerado y reverenciado, porque sí y punto.
  • «The Continuing Story of Bungalow Bill» Divertida versión de la vida de Buffalo Bill compuesta con sorna por Lennon. Es una de las primeras canciones donde, si estamos atentos, podemos intuir como Yoko Ono asoma la cabecita.
  • «While My Guitar Gently Weeps» Una de las obras magnas de George Harrison que incluye el mítico solo de guitarra de Eric Clapton, quien en un futuro iba a sisarle la esposa al Beatle. George Martin odiaba incluir canciones de Harrison en los discos… como en tantas otras cosas, Martin se equivocaba.
  • «Happiness is a Warm Gun» Viage lisérgico de Lennon, seguramente inspirado por la heroina. Para mí es un temazo de tres partes que describe un mal viaje.

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  • «Martha My Dear» Demostración de algo muy importante: si te llamas Paul McCartney y eres un Beatle puedes dedicarle una canción a tu perra y quedarte tan ancho.
  • «I’m So Tired» Un blues de extraña cadencia armónica de Lenon. Una versión cruda y directa de lo potentes que podían llegar a ser las guitarras rascadas por John.
  • «Blackbird»: ¿La mejor balada de la historia de la música? Bueno, por ahí por ahí andará. Un canto de McCartney a los derechos civiles en EEUU.
  • «Piggies»: Harrison insultando con ironia a las clases poderosas de la sociedad. Los Beatles también podían expresar sus puntos de vista político-sociales (aunque fuese en contadísimas ocasiones)
  • «Rocky Raccoon» La triste historia y muerte del protagonista musicada. Una balada que cambia a un ragtime con aire de western que siempre me ha gustado mucho.
  • «Don’t Pass Me By» La única compuesta e interpretada por Ringo. Solo por eso merece todo mi respeto.
  • «Why Don’t We Do It In the Road?» Dura «road song». Me impresionaron mucho dos cosas: que la canción solo tenga dos frases repetidas hasta la saciedad y que las dos hablasen tan explícitamente de sexo.
  • «I Will» Para resarcirse de la anterior McCartney hizo esta suave balada. Cabe mencionar como curiosidad que el bajo que se escucha está hecho con la voz y no con el típico instrumento eléctrico.
  • «Julia» ¿La mejor balada de la historia de la música? Bueno, por ahí por ahí andará. Un canto de Lennon a la memoria de su madre.

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  • «Birthday» ¿Existe mejor canción para felicitar el cumpleaños de alguien? EL buen rollismo Beatles llevado a cotas máximas. Por cierto, más de veinte años después, y a pesar de haber taladrado sobre este disco a familia y a amigos, nunca nadie me ha felicitado usando esta canción… no me debo explicar demasiado bien.
  • «Yer Blues» «Estoy solo y me quiero morir» Imaginad el efecto que estas ideas hicieron sobre el cerebro de un adolescente. Una curiosidad: es memorable la versión que hicieron en el «Rock’n’Roll Circus» los The Dirty Mac, una banda de efímera historia compuesta por: John Lennon (The Beatles) a la guitarra, Keith Richards (The Rolling Stones) al bajo, Eric Clapton (Derek & The Dominoes) a la guitarra y Mitch Michel (The Jimmy Hendrix Experience) a la batería… casi nada.
  • «Mother Nature’s Son»: El corazón más folk de McCartney tardaba ya en aparecer y lo hace en todo su esplendor con esta fabulosa balada.
  • «Everybody’s Got Something to Hide Except Me and My Monkey»: Basada en un mantra del Maharashi Yogui a mi esta canción siempre me ha parecido perfecta para animarte, a pesar de que si lees la letra atentamente el mensaje no es demasiado halagüeño.
  • «Sexy Sadie»: Es quizá, para mí la canción con menos chispa del disco. A pesar de ello se deja escuchar.
  • «Helter Skelter» Inspiradora de Charles Manson es la típica canción que cuando se la enseñas a alguien pone cara de «¿estos son los Beatles?». Fundamental en la historia de la música y, a mi parecer, el embrión de lo que después llegó a ser el Heavy Metal.
  • «Long, Long, Long»: Los claroscuros de Harrison en la que es su aportación menos brillante.

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  • «Revolution 1»: Lennon se pone reinvindicativo y nos regala este rock’n’roll clásico en su versión unplugged.
  • «Honey Pie»: ¿Se puede componer una canción de vodevil de los años 30 e incluirla en un disco de pop-rock? Aquí tenéis la maravillosa respuesta de Paul a tal pregunta.
  • «Savoy Truffle»: Al igual que había hecho Lennon en «Glass Onion», George se dedica a hacer referencias a las canciones anteriores de los Beatles y de paso aprovecha para hacer burla de la adicción al chocolate de su amigo del alma Eric Clapton.
  • «Cry Baby Cry»: Lennon nos explica un cuento sobre un país lejano, un castillo, el rey… Nunca he entendido porqué John siempre renegó de esta canción, a mi me parece excelente.
  • «Revolution 9»: ¿Qué puedes hacer si eres una estrella mundial de la música y te casas con una japonesa que es una reconocida artista contemporánea? Pues avantgarde producto de las drogas y la influencia de Yoko Ono. Solía saltarla directamente pero, con los años he aprendido a saber valorarla, hay algo en ella que la hace extrañamente atractiva (a la canción, no a Yoko Ono). Number nine, number nine….
  • «Good Night» Ringo nos envía a la cama. Con una sonoridad cercana al Hollywood clásico este temazo es la mejor canción de cuna compuesta jamás por nadie.

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Creo que con el disco blanco me convertí en un oidor de música adulto. Y esto es lo que aprendí gracias a las infinitas reproducciones:

  • Como músicos y compositores, individualmente, los Beatles eran muy buenos.
  • A veces es interesante saber lo que dicen las letras, así que aprender un poquito de inglés tampoco hará daño a nadie.
  • Puedes hacer un gran disco sin ceñirte a un solo estilo, simplemente siendo tú mismo. Y esto es algo que se puede aplicar a todos los aspectos de la vida
  • Si quieres decir algo existen cientos de maneras para hacerlo. No siempre lo más directo es la mejor opción.
  • Una misma cosa la puedes ver desde diferentes puntos de vista y darle diferentes usos. El pensamiento divergente es el camino para conseguirlo.
  • Las drogas pueden ser muy malas… y a veces no tanto.
  • Generacionalmente quizá no me tocaba escuchar a los Beatles pero aprendí que no está de más buscar referentes en el pasado, lejano o inmediato, ya que de todo puedes aprender… de todo.

Años más tarde me hice con una edición canadiense en vinilo blanco del disco. Un de las joyas de mi colección. Esta y mi edición en CD son las que acompañan gráficamente este post.

¿Conocéis el disco? ¿Qué os parece? ¿Cuál fue el disco obsesión de vuestra adolescencia? Contad, contad…

Tomad la medicación…